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El guante de Miguel de las Cuevas

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Dicen que Preciado es muy apreciado en Bilbao. Por lo menos, los métodos del cántabro dejaron sello en La Catedral, donde el Sporting aguantó, primero, y asustó después. La potencia de Barral para fabricar una falta a la que De las Cuevas puso la guinda con un toque magistral que silenció la grada del vetusto campo bilbaíno y en un segundo sobeo al balón tras un pase magistral de Carmelo. Fueron los argumentos para que la afición gijonesa se dejara constancia de su representación en las gradas. Si el primer tiempo resultó aburrido, el segundo tuvo el toque puntual y letal del conjunto de Mareo, que ayer estrenaba uniforme reserva en Bilbao.

Pasaron más de 18 años para volver a ganar en un campo emblemático y ante un rival que debería exigir más a sus jugadores para vestir una camiseta tan histórica. Los sportinguistas hicieron méritos para el triunfo, con más sentido y con deportividad en el césped. La leyenda que se cargó en Gregory no respondió a la realidad. El francés y Botía tenían una lección aprendida para dejar fuera de combate a Llorente y casi a Toquero, con una única excepción.