Aquella noche en el viejo Sarriá

Aquella noche en el viejo Sarriá

Es estupendo que la FIFA se acuerde de Pancho y ponga su nombre al galardón que premiará el mejor gol del año. Muchos de nuestros mayores mantienen que Puskas fue el más grande goleador de la historia; si preguntamos a Di Stéfano nos dirá que fue más que eso: el mejor jugador que ha visto en su vida. Y es que en España vimos sólo su faceta de tremendo goleador. En sus años mozos, allá en Hungría, le llamaban El Mayor Galopante. Mayor por su cargo en el ejército húngaro, fórmula que se usaba entonces por allí para enmascarar el profesionalismo. Galopante porque era un centrocampista (de ataque, por supuesto) colosal, que iba y venía por todo el campo. La diferencia la marcaba su zurda prodigiosa, una de las más grandes de siempre.

Sus registros son excepcionales, pero números al fin y al cabo. Yo me quedo con el último partido que le vi, en el viejo Sarriá. Salió con una barriguita imponente y metió los dos goles con que el Madrid ganó aquel partido. Uno de falta; el otro, tras avanzar por la línea de fondo, amagar para fuera y colarla por la izquierda del portero. No tocó una pelota más. ¿Para qué iba a hacerlo?