En 1995, el Madrid confirmó por última vez su reinado en Europa. Pabellón Príncipe Felipe de Zaragoza. Real Madrid 73, Olympiakos 61. Arvydas Sabonis, en la cancha. Y Zeljko Obradovic, en el banquillo. Los artífices de la Octava. Desde entonces, han pasado catorce años y muchos entrenadores: Miguel Ángel Martín (1997-98), Tirso Lorente (1998-99), Sergio Scariolo (1999-2002), Javier Imbroda (2002-03), Julio Lamas (2003-04), Boza Maljkovic (2004-06) y Joan Plaza (2006-09). Los siete han precedido a Ettore Messina. Un entrenador con método y buenas ideas, un fanático con criterio, un ganador...

Mis ojos vieron con las pupilas bien dilatadas la exhibición firmada por la tropa de Messina en Oldenburgo. Nombre desconocido, pero alemanes al fin y al cabo. Fue un acoso y derribo como el del Muro que cayó en aquellas tierras hace veinte años. Un hijo del zar Sabonis, Lavrinovic, y ese Casillas de la canasta, Sergio Llull, dibujaron una lección de basket total, dinámico, con ayudas continuas en defensa, contraataques explosivos y selecciones de tiro inmejorables. Messina le dijo a Guasch que no quería que se hablase de él. Míster, entiéndalo. Usted levantará la Novena.