Mercedes-Benz compra el equipo Brawn. No, no es ninguna broma, ni tampoco un error, aunque pudiera parecerlo en los tiempos que corren. Mientras otros grandes fabricantes huyen de la F-1 en estos tiempos de penurias económicas, la marca alemana se lía la manta a la cabeza para hacerse con tres cuartas partes del accionariado de la escudería campeona del mundo. Eso es lo que yo llamo apostar por la competición, sí señor. Porque aunque se deshagan, a lo largo del año próximo, del cuarenta por ciento que mantienen en McLaren, la adquisición de Brawn es una operación poco previsible en la coyuntura actual. Sin duda es una excelente noticia para la F-1, porque en Mercedes de tontos no tienen un pelo y su confianza demuestra que esto de las carreras de coches puede seguir siendo una inversión rentable, incluso para una marca como la suya que vende más tecnología y seguridad que deportividad (vamos, que no son Ferrari).

El proyecto, además, exhibe una solidez que podría poner en serios apuros a muchas de las vacas sagradas de la especialidad. Mucha atención a este binomio que iniciará su camino en 2010. Si Ross Brawn ha sido capaz de lograr un doblete esplendoroso, ganando el Mundial de pilotos y constructores, trabajando bajo la espada de Damocles de la desaparición (por mucho que hayan podido desarrollar su proyecto 2009 con la herencia de Honda), darán más de un susto a sus rivales con todo el poderío de Mercedes avalando su talento inconmensurable. La ambición de la marca de la estrella se evidencia en un detalle enormemente significativo: que den su nombre a la escudería. Es decir, ganen o pierdan, lo hará Mercedes. E imagínense qué es lo que tienen intención de hacer Así que demos la bienvenida a Mercedes GP, todo un lujazo para la Fórmula 1 que sólo debe traer cosas buenas a los grandes premios.