El desigual valor de los minutos

El desigual valor de los minutos

Todavía quedan un par de entrenamientos antes de recibir al Barcelona y las opciones de Ion Vélez han de ponerse en cuarentena. No obstante, el solo hecho de comprobar que vuelve a entrar en las quinielas es una buena noticia, para él y para el equipo. Quiere decir que se encuentra en plenitud física y sirve para dar impulso a su trayectoria personal en una temporada que está siendo complicada para el punta navarro. Un poco en la línea de lo que viene siendo su estancia en el primer equipo. El año de su estreno Caparrós no le halló hueco. Tras intervenir con cierta asiduidad en otoño, se le envió cedido al Hércules. Su bonita respuesta en Segunda y la venta de Aduriz le valieron para disfrutar de la titularidad durante una veintena de encuentros en su segunda campaña. Pero entonces su escasa producción goleadora le penalizó a los ojos del técnico, quien se sacó de la manga la apuesta por un desconocido Gaizka Toquero. Ahora en su tercer año, Vélez trata de hacerse sitio en una delantera cuyas plazas se han encarecido con la llegada de Díaz de Cerio, Muniain y De Marcos. Este pasado verano su permanencia en la plantilla estuvo en el alero, pero él quiso quedarse en Bilbao.

En pura teoría lo tiene complicado para gozar de cierta continuidad. Que el notable rendimiento que ofreció en El Sardinero no le valiese siquiera para figurar en la siguiente lista, para recibir al Rayo, resulta significativo en este sentido. De modo que cada minuto de competición posee para Vélez un valor superior. Necesita aprovecharlos todos y ni eso le garantiza seguir en el ajo.