El fondo de un vestuario honrado

El fondo de un vestuario honrado

La mejor conclusión del partido de Sevilla fue que el Málaga está vivo. A nivel de clasificación le llega el agua al cuello, pero el equipo tiene personalidad. En el Pizjuán, estadio que le transmite vibraciones mágicas, recuperó viejos hábitos imprescindibles para un club modesto, especialmente el orden que nunca debió perder. Y también a uno de los héroes de su afición, Apoño, que se olvidó de sus reprochables comportamientos delante de Ewerthon y Ander y se dedicó a jugar al fútbol. Lo hace como los ángeles. El Málaga es otro con Apoño enchufado. Porque le da aire al equipo, lleva el balón a las bandas, dispara a puerta. En el fondo, es él quien equilibra al equipo. Su partido fue brillante porque además hizo mejores a sus compañeros. Duda recibió en mejores posiciones y marcó un golazo y Fernando dio señales de vida. Su gol fue una de las alegrías del partido. Lo merecía desde hace tiempo. Lo incomprensible es que, siendo uno de los futbolistas más cultivados y casi humanos de la Liga, calle ante la prensa. No tiene explicación.

H a recuperado la sonrisa hasta Baha, que demostró que no ha olvidado hacer su trabajo, correr hasta que le llegase el aire y también, porque tiene fútbol para eso, llegar arriba. Estuvo en el primer gol y tuvo en la pierna izquierda el 1-3. Dice Baha que les influyó saber que Muñiz se la jugaba. Por lo visto influyó para bien. Otro vestuario se hubiese quitado del medio. El del Málaga dio la cara por el buen profesional que es Muñiz. Les honra.