Un apellido ilustre... y mucho más

Un apellido ilustre... y mucho más

Sería de necios negar que tener un apellido ilustre puede abrir muchas puertas. Pero tanto como ignorar que llamarse de un determinado modo supone una presión añadida, una exigencia superior a la de la mayoría, entre otras cosas porque el protagonista se convierte en el centro de atención quizá mucho antes de lo debido. En ese terreno movedizo es donde va a tener que acostumbrarse a mover el Premio Promesa AS de este año. Se apellida Sainz y se llama Carlos, igual que su padre, así que, de la noche a la mañana, se ha convertido en Júnior. Lo suyo no son los tramos de rallys sino las pistas de velocidad, pero en lo que coincide con Sénior es en su pasión por el automovilismo, en su afán de superación, en su ambición... Y eso que todavía es un crío. Carlitos, que también nos vale para diferenciar a la promesa de la leyenda, ya ha demostrado que tiene talento y ahora el tiempo debe ser el encargado de demostrar hasta dónde será capaz de exprimirlo. Es pronto para hacer apuestas o crear expectativas a tan largo plazo, pero me cuentan quienes le siguen de cerca que lo suyo es mucho más que un capricho de adolescente. Sabe lo que quiere y cómo conseguirlo.

Hace unos días le preguntaba al padre si el chaval disfrutaba con lo que hacía. Me preocupaba que todo esto de las carreras sólo fuera una consecuencia del peso de la familia, de ese lustre del apellido del que hablamos. "Si por el fuera, no se bajaría del coche, no piensa en otra cosa", me respondió. Y lo dijo de un modo que me convenció absolutamente, con la seguridad que sólo puede tener quien sabe que lo que está haciendo es lo mejor para su hijo. Y de lo que tampoco dudo es de que Carlitos tendrá el mejor maestro posible. Exigente y duro, pero también entregado a la causa y experto como ningún otro. Así que los mimbres están ahí, sólo queda esperar que tomen forma... Y nosotros seguiremos aquí para contárselo.