Partiendo de que el Real Madrid fue superior anoche en Mestalla, tampoco se puede esconder que el Valencia tuvo en sus manos arrancar un punto o, incluso, los tres. Pero al Valencia le faltó algo más de oficio, un punto de pausa para llevar a su terreno un partido que él mismo mantuvo loco. Porque con el 1-2, César se precipitó al sacar de portería y nadie detuvo a Marcelo, que se cruzó el campo de banda a banda; y con el 2-2 y la opción de ganar más cerca, el Madrid se encontró con el tercero en una acción a balón parado, con despiste de Marchena.

Se esperaba la aparición de Pablo y Mata, pero Arbeloa y Sergio Ramos pudieron con ellos. Sin bandas, Villa estuvo desasistido y todo el juego de ataque quedó en las botas de Banega. Mejoró el argentino cuando reculó al doble pivote y Lass le dio un respiro. Pero al Valencia no le bastó con eso. Porque en el intercambio de golpes, el Madrid siempre fue por delante. Y sí que tiró de oficio para aguantar el arreón final. El mismo que le faltó al Valencia.