Maxi sigue enredando y el Atlético pasando de él. Está obsesionado con el Mundial y anda mosqueado ya que no fue titular con Abel y mucho menos con Quique. Ahora se habla de su posible pase a Boca en calidad de cedido, y la única verdad es que el presidente Enrique Cerezo tiene las ideas claras. Si tiene un comprador se tendrá que pasar por taquilla. En caso contrario se quedará en Madrid y esperan que luche para hacer cambiar de opinión a su entrenador, se haga con un puesto fijo en sus planes y consiga cinco o seis goles que son necesarios para salvar a al equipo de la delicada situación en la que se encuentra. El resto son cantos de sirena y en última instancia es más factible acabar en la Juve que regresar al equipo de Maradona.

La capitanía ha sido la auténtica sepultura de la carrera de Maxi como colchonero. Avalado por Javier Aguirre y con el visto bueno de Gil Marín se acordó que el brazalete pasara a su brazo en detrimento del grupo español encabezado por Antonio López. Desde ese instante la división dentro del vestuario se hizo patente, nunca fue el líder para el resto de la gente y comenzaron sus problemas en el campo, llegando a perder una titularidad que nadie le había discutido desde que llegó el Espanyol. La guinda es el hecho de que acaba contrato el 30 de junio y que desde el día 1 de enero tiene libertad para escuchar y concretar cualquier oferta que le pueda llegar. Al final parece poco probable que su relación con los rojiblancos acabe de buena manera.