Cambio de año, cambio de turno

Cambio de año, cambio de turno

El cambio de año marcó un cambio de turno en el Barça, que decidió jugar de Villarreal, y viceversa. El equipo de Guardiola hizo lo contrario de lo que manda el maestro, y aunque eso no se notó en la posesión del balón (la obsesión primordial de Pep) tuvo su consecuencia en la falta de sosiego con el que afrontó el partido gente tan templada otras veces como Piqué o Puyol, a pesar de que éste resolvió uno de los balones más peligrosos que dibujaron los valencianos en el área de Valdés.

Laporta dijo que pudo haber ganado cualquiera. Es la verdad, y no sólo una escapada diplomática. El Villarreal anduvo por el Camp Nou como si fuera el dueño psicológico del encuentro y no lo ganó simplemente porque el Barça también jugó, a veces poseído de una desesperación de la que me parece que sólo se salvó Henry. Es curioso, en estos encuentros de naufragio, de desasosiego, el francés es el único que mantiene una llamita de frialdad. Pero tampoco sirvió de mucho. En el instante final la mala suerte ensombrece la chispa. La entrada de Iniesta insufló al campeón el aire de una novedad, pero ya el Villarreal le había cogido la medida al Barça y el empate fue como un chicle pegajoso en las suelas de una delantera que tropezó una y otra vez en su torpeza.