Lo han intentado prácticamente todo: fichar a Pelé y a Beckham, introducir tiempos muertos y cheerleaders, una tanda de extrañísimos 'uno contra uno' con el portero para desempatar y hasta cargarse el fuera de juego. Pero el soccer sigue siendo ese primo rancio de nuestro fútbol que no se acerca a darle dos besos a la abuela redonda: la pelota. Pese a los esfuerzos del poder (la FIFA y su Mundial, las marcas y los grandes clubes con su marketing) sigue dando la sensación de que, más allá del reducto de la inmigración latina, hay un techo por encima del cual el soccer no crece. Y ese techo, literalmente, lo logró el Real Madrid.

Pocos saben que allí jugó el primer partido de élite de la historia del fútbol a cubierto (fútbol indoor, sí, pero once contra once) en el Astrodome de Houston allá por 1967. Más de 30.000 estadounidenses vieron a Amancio, Veloso y Grosso golear (2-3) al West Ham de Bobby Moore y Hurst. El mejor antecedente para apostar por la Academia de fútbol de las Américas y obtener, no sólo el Show me the Money, sino una futura estrella del soccer.