La palabra clave expresada en lenguaje Pepu es E-Q-U-I-L-I-B-R-I-O. Pocas veces se ha visto en baloncesto un equipo tan bien compensado y estructurado como el Barcelona actual. Equilibrio entre defensa y ataque, ambos a nivel excelso. Equilibrio entre juego interior y exterior, los dos mortíferos en el aro contrario y casi inexpugnables atrás. Equilibrio entre titulares y suplentes, lo cual permite mantener una gran intensidad en todos los aspectos. Equilibrio entre veteranía y juventud con gran aportación de los más expertos y ninguna cortapisa para que los bisoños exploten su gran talento. Y equilibrio, también, en el reparto de roles, en la distribución de responsabilidades y minutos. El Barça es un formidable equipo, perfectamente entrenado y dirigido por Xavi Pascual, que está dando una lección de cómo gestionar una acumulación de estrellas. Salvo raras excepciones, ningún jugador hace más de diez tiros en un partido ni juega más de 25 minutos.

Esa es la explicación de que el Barça comenzase la temporada a un gran nivel y lo esté manteniendo sin apenas altibajos. El Real Madrid se plantó en la final de Copa con buenas sensaciones en las eliminatorias precedentes. Algunos empezaron a imaginar sorpresa, pero el Barça ha ratificado su calidad, su condición de favorito para cualquier competición en la que participe. El Madrid, tras 17 años sin ganar la Copa, tenía hambre de título, pero tendrá que esperar. Ha chocado contra un muro infranqueable.