Una jornada en la meca de la F-1

Una jornada en la meca de la F-1

Conozco a más de un ferrarista que habría renunciado a las vacaciones de un par de veranos sin suegra a cambio de haber vivido la mitad del día que ayer disfrutamos en Maranello parte del equipo de 'El Larguero'. La puerta de entrada, tan austera como cargada de historia, nos dio acceso a la meca del automovilismo. Una guía nos fue enseñando, a pie de obra, la fascinante factoría de producción del Ferrari California, el 458 Italia y el 599 GT Fiorano, coches exclusivos con una espera media de dos años para su entrega. Eramos niños de visita en Disneylandia...

Pero lo mejor aún no había llegado. Terminamos de almorzar en 'Il Cavallino', que durante décadas ha dado de comer a los mejores pilotos de Ferrari, y apareció Fernando Alonso. Se le notaba cansado. Nos reconoció estar mareado después de pasar cinco agotadoras horas en el simulador. Apenas tenía apetito, quería una comida frugal y se decidió por un pescado a la plancha. Le cantamos el cumpleaños feliz a su manager y, después de una tarde repleta de ocupaciones para el piloto, llegó el gran momento. El Larguero en casa de Enzo Ferrari, casi pisando la pista de Fiorano. Algo único. El Louvre de la F-1, allí se conservan su viejo despacho, su teléfono, su televisor y sus recuerdos. La guarida del mito. Una leyenda. Si Maranello es un santuario, la casa de Enzo sería su altar. Cuando le pedí a Fernando que definiera a Ferrari con una palabra dijo sueño. Yo añadiría pasión, orgullo y ambición. Un día inolvidable, una noche irrepetible con un tipo feliz que además es el mejor piloto de Fórmula 1 del planeta.