Los casi 10.000 espectadores que ayudaron con su entusiasmo a que España se clasificara para la próxima eliminatoria de la Davis pagaron entre 310 y 100 euros por el abono. Pongamos la media, por tanto, en 205 euros. Es una barbaridad. El precio medio de las otras siete eliminatorias fue el siguiente: Suecia-Argentina, 182 euros; Chile-Israel, 155; Rusia-India, 116; Francia-Alemania, 104; Bélgica-República Checa, 40; Croacia-Ecuador, 25; Serbia-EE UU, 16. A excepción del Belgrado Arena, donde jugó Serbia, el aforo de todos los recintos donde se disputaron estas eliminatorias era prácticamente la mitad que el de Logroño: entre 3.500 y 6.500 espectadores. Se echan cuentas y vemos que la Davis pegó un pelotazo en Logroño.

Si Logroño paga 600.000 euros a la Federación Española de Tenis por celebrar la Davis, si aquí tenemos las entradas más caras y pese a ello registramos la mayor afluencia de espectadores, alguien tiene que hacer un gran negocio. En cualquier otro país la Davis no mueve tanto dinero. Vale que seamos los campeones, pero en Logroño ha costado 205 euros de media ver al número 16 del mundo como mejor jugador local. Por mucho menos vieron en Serbia al número 2 (Djokovic), en Suecia al 7 (Soderling), en Croacia al 9 (Cilic), en Chile al 10 (González), en Francia al 11 (Tsonga) y en Rusia al 13 (Youzhny). Sólo Bélgica presentó un jugador teóricamente peor que Ferrer. Pues a Logroño tendría que ir la próxima eliminatoria, y gratis.