Un digno espejo de la otra Liga

Un digno espejo de la otra Liga

Osvaldo es un espejo de la Liga. No de la bipolar, de la otra. La Liga en la que sí es noticia que un delantero anote seis goles en 14 partidos y en la que es posible que, gracias a ello, su equipo sume sólo 25 tantos y esté virtualmente salvado. Es la Liga de unos 18 clubes y del Espanyol, el alter ego del Barça, que ve el descenso por el retrovisor y Europa, acaso si activa las largas. Donde, al menos esta temporada, ni siquiera las sorpresas son inesperadas salvo irrupciones como la de este delantero en el que, hace tres meses, sólo creía la dirección deportiva perica. Chapeau por ellos.

Desvela Osvaldo su temple en el festejo de cada gol. Ante el Sevilla, se señaló el dorsal y disparó al personal con una metralleta imaginaria: anhelaba reivindicarse tras una oscura etapa en el Bolonia; frente al Atlético repitió una ráfaga de disparos que nunca resultaron tan dulces e inofensivos para una afición. Contra el Getafe, manoteaba como alucinado por su propia obra, entre humilde y desafiante. No en vano, resulta difícil describir qué tipo de delantero es: estático pero con certera movilidad, cabeceador y surtidor de chilenas, de vaselinas Se nota que en Italia jugó junto a Gilardino, Vieri o Mutu, y allí "debía ser Pelé si quería marcar". En ello, recuerda a su compañero Tamudo: eso sí, el máximo realizador perico de siempre ni siquiera va convocado mientras confiaron el gol a un advenedizo. Es el único pero de un obsequio costoso en enero (500.000 euros por su cesión) cuya continuidad un año, por el triple, se antoja casi un pago gratuito. Cosas de esa otra Liga, decíamos.