Dejarse ganar no es lo deportivo

Dejarse ganar no es lo deportivo

Desde que Miguel Indurain optó por no gastar fuerzas disputando a sus compañeros de fuga las victorias de etapa, se instaló la creencia de que su actitud no sólo era la más inteligente, sino también la más deportiva. Miguel se ganaba aliados para futuras batallas al tiempo que repartía gloria entre los más necesitados. Nada que oponer, salvo que Miguel era Miguel. Y lo que en él se interpretaba como un gesto natural, muy acorde con su personalidad apacible, en otros ciclistas significa, simplemente, dejarse ganar. Y eso atenta contra el más elemental sentido de la competición deportiva. Cosa diferente es que entre dos ciclistas surja la colaboración espontánea. Entonces sobran las palabras: uno gana tiempo y el otro la etapa. Sólo se exige una condición: que el trabajo de quien llegará primero esté acorde con su recompensa. Es decir: se entrega la victoria a cambio de un beneficio equiparable. Y no se daba esta situación ayer. Cuando Purito pregunta a Contador si le dejará ganar la etapa, ni había trabajado en su favor ni había terreno para que lo hiciera. De manera que no había pacto posible, sólo apaño. Y Alberto se negó.

Hizo bien Contador. Y también actuó correctamente cuando batió a Mosquera en la Vuelta 2008, en un desenlace levemente similar. En el ciclismo no hay regalos, si acaso trueques. Y la ambición engrandece tanto a los campeones como a sus rivales. No perdamos la perspectiva. Merckx fue el mejor de la historia y no le apodaron El Caníbal por repartir caramelos.