Revivamos por un momento la escena. Los mecánicos de Fernando Alonso, en plena tensión ante la parada más decisiva de la temporada. En Monza, ante miles de tifosi. De su rendimiento individual y colectivo dependía la victoria de su piloto, en un momento crítico para luchar por el título. La tremenda presión del pasado GP de Italia también iba con ellos. ¡Zas! 3.4 segundos. Alonso, se colocó en cabeza por escasos metros. Increíble. Habitualmente disfrutamos y valoramos el talento de los grandes protagonistas, los pilotos. Pero el domingo fue una auténtica gozada disfrutar con la precisa perfección de ese equipo de anónimos mecánicos, que se elevaron a un nivel de sorprendente hasta para el propio piloto asturiano. Como a éste, tampoco les pudo la presión de un momento tan trascendental.

Y si hablamos de presión, sorprendió el contraste entre las palabras del español sobre el significado de la victoria en Monza y su lenguaje corporal, porque no coincidía el piloto tranquilo que veíamos frente a las emociones que decía sentir con sus palabras. ("una victoria impactante, tanto como Barcelona 2006" y demás). O Fernando Alonso quedó física y mentalmente vacío por la intensidad del pasado GP de Italia, o evitó deliberadamente cualquier manifestación de euforia, consciente de que es ahora cuando empieza la apasionante lucha por el título. Fue extraño, porque el domingo era para haberse vuelto loco de alegría en lo alto del podio de Monza.