Nadal, Borg: la conquista del espacio

La meta de cualquier icono del tenis (como Nadal) pasa por A) acercarse a la plusmarca de títulos de Grand Slam en poder del excelso Federer (16) y B) conquistar el Grand Slam propiamente dicho, lo que, aunque sólo se trate de cuatro torneos en el mismo año, resulta más difícil que toda la suma de Federer y Sampras. De hecho, ni Federer ni Sampras sellaron el Grand Slam auténtico, aunque Federer sí tiene lo que se llama Career Slam: los cuatro grandes títulos, repartidos en años distintos de su carrera. Agassi también lo hizo. Sampras, no. Lendl, McEnroe, y Connors, tampoco. ¿Y Borg?

Bjorn Rune Borg, el Vikingo de Oro, es la leyenda cuyo halo palidece más con un título de Nadal en el US Open. La tarea de Nadal es como la conquista del espacio, galaxia a galaxia. Lo que, en los años 70 y primeros 80 del Siglo XX, todo el mundo pensaba que iba a hacer Borg, tras ganar... seis veces en Roland Garros y cinco en Wimbledon. Pero Borg, con sus once títulos de Grand Slam, nunca ganó sobre la hierba de Australia... ni en EE UU, en Forest Hills o Flushing Meadows: aquí se mudó el Open en 1977, desde el añejo y clasista West Side, Forest Hills. Los últimos años de Forest Hills, cuando ganó Orantes (1975) y cuando arrancaba Borg, se disputaron sobre la tierra verde típica de EE UU. Ahí no llegó un joven Borg, que después sufría ante los sacadores (Tanner...) en las noches de Flushing. Vino McEnroe y vetó el Open a Borg. Pero la leyenda del Vikingo de Oro agiganta la de Nadal.