Conductor suicida en Nervión

Conductor suicida en Nervión

Es cierto que los periodistas tenemos la ventaja de escribir cuando la música termina, pero el análisis de anoche no hizo falta hacerlo tras el pitido final. Desde la expulsión de Topal y hasta el 1-0, cada minuto te decía que al Valencia le urgía meter un mediocentro, digamos Albelda, porque el equipo se iba a partir. La pregunta ¿por qué Unai no saca un pivote? fue la más repetida y la respuesta sólo la sabe él. El motivo debe entroncar con el espíritu ofensivo del entrenador che, siempre más pendiente de la portería rival que de la propia. Pero con uno menos durante una hora y sin apuntalar la medular, el Valencia era un conductor suicida que terminó chocando frontalmente con la lógica que no aplicó su técnico.

Y no fue sólo el no reforzar la sala de máquinas, no se entiende que, con empate a cero en Nervión te maten a la contra. No se concibe que Mathieu, el lateral izquierdo que en teoría debería estar guardando la casa, fuera el hombre más adelantado que perdiera el balón que retrató la locura que era el Valencia. Un central sevillista recorrió todo el campo sin oposición, sin tener que regatear porque no había centrocampistas a la vista, y abriera el camino de una derrota que cayó por su propio peso. Quizá se hubiera perdido de todas formas, pero al menos no se habría regalado nada.