Lo primero que da un fichaje como el de Manuel Pellegrini es revuelo. Expectación, titulares, multitudes en el aeropuerto. Cámaras y preguntas por el viejo Madrid, el nuevo, Mourinho y Florentino. Pero sobre todo, lo que da el fichaje de Pellegrini es prestigio. El Málaga sabe ahora que está en manos de un entrenador que ha sido modelo en Chile y Argentina y una referencia en Villarreal. En Madrid, simplemente, batió el récord de puntos en Liga del club más laureado de la historia. La ridícula propaganda de mal gusto que se repartió en su contra podría merecer un máster sobre las cláusulas de conciencia. Pero al malaguista le interesa el Pellegrini que se ha puesto el chubasquero morado. Porque esto no es el Madrid pero es un reto que dirá mucho de su profesionalidad. El Málaga no gana Ligas pero tiene muchas almas detrás y un proyecto que sólo necesita ordenarse.

Es obvio que Jesualdo ha sido un fracaso y que lo que ahora está haciendo el Málaga debía haber sido previsto antes. Además de Pellegrini ha habido una degradación (Sandro) y más novedades en la dirección deportiva. Llegan Antonio Fernández y Alfonso Serrano, que trabajarán a ciegas porque no conocen nada del club. No deben tener problemas porque el Málaga tiene lo que hoy no hay en el fútbol: dinero. Pero para hacer útil el dinero no estaría mal que le preguntasen a Pellegrini por los Roig y Llaneza. Y les contará cómo se fabrica un semifinalista de Champions. Con gente que sabe de fútbol.