Leo se comunica con sus pies

Leo se comunica con sus pies

Cuentan que cuando era muy chico Lionel Messi sólo se comunicaba consigo mismo y con una muchacha que era su vecina y su compañera de pupitre. A través de ella daba las respuestas que le requerían los maestros. Ahora, ya abraza cuando marca los goles, por ejemplo. Y hubo una época en que esa era también una actividad privada, una cosa que se hablaba dentro de su cuerpo, de su cabeza a la bota, y, algo después, al cielo, donde residen sus más importantes gratitudes. Ya no es aquel muchacho tan retraído que llegó de Argentina. Es un buen chico en el vestuario, hace buena compañía en la cancha, pasa el balón con generosidad sin tacha, y se alegra del bien ajeno, lo cual, en un universo tan egocéntrico como la delantera de los equipos de fútbol, es un dato que revela que aquella etapa escolar ya es tan sólo un símbolo del pasado.

Le pregunté a una autoridad del fútbol si existe alguna similitud entre este genio que ha sacado al Barcelona de su modorra hace algunos años y que ahora es pieza clave de la estabilidad emocional del equipo de Pep Guardiola con otro genio, Diego Armando Maradona, que alguna vez quiso fungir como su maestro. Una voz muy importante, me dijo, a favor de Maradona: éste mantenía en la cancha el aire de una bailarina. Y Messi es efectividad todo el rato. Eso es lo que dicen las estadísticas, que seguramente Leo Messi no mira porque él se dedica, en exclusiva, a la conversación que mantienen su mente y sus botas.