Vuelve a casa por Navidad

Vuelve a casa por Navidad

Disfruto mucho viendo, cada año por estas fechas, a Fernando Alonso en Asturias. En primer lugar, porque creo que le hace feliz regresar al lugar donde le gustaría realmente estar. Si no lo hace es, simplemente, porque no puede, pero él es un hombre entrañable y casero, amigo de sus amigos y aferrado a una forma de entender la vida que se forjó en ese Oviedo natal que visitó ayer. Y no puede mantenerse fiel a sus orígenes porque le resultaría imposible vivir con normalidad. Ya sabemos que la fama cuesta y el precio que el piloto de Ferrari tendría que pagar para seguir junto a los suyos sería demasiado alto, impagable en términos reales. Supondría vivir preso de su propia popularidad, lo que dicho sea de paso, tampoco él lleva especialmente bien.

Además, ver a Alonso junto a sus paisanos, junto a esos niños a los que se les enciende la mirada de ilusión cuando le tienen delante, me parece un bonito gesto que confirma que ciertamente es mucho más cercano y generoso de lo que algunos pueden llegar a pensar. Son muchos los actos de estas características los que el ovetense protagoniza a lo largo del año, aunque pocos tan especiales como el de ayer. Y en todos le vemos con la mejor de sus sonrisas, amable y entregado a la causa, al menos todo lo deseable cuando son tantos los que le buscan y tan pocos a los que puede atender. Pero su sola presencia es ya un regalo para todos ellos, que saben que su campeón lo sigue siendo por mucho que tengan que conformarse con verle por la tele.