Salvador Alí dio una gran lección

Salvador Alí dio una gran lección

Ayer, todo eran abrazos. Y no me extraña. Alí ha tapado los agujeros que rodeaban al Racing. Sin embargo, hace unos días, desde su despacho en Bahrein, no daba crédito a lo que le leían de internet. Revilla dudó de él: "No le venderé mis acciones por si acaso. Tengo que echarle un ojo". Y su Consejero de Economía ponía peros: "Se le está acabando el plazo para comprar y debe mostrar su solvencia". El indio se enfadó y llegó a dudar de ejecutar la operación. No entendía tantas reticencias a un salvador.

A su llegada a Santander olvidó los rencores y dejó que cada protagonista se explayara en sus ponencias cambiando por completo el guión de hace unas horas. Se limitó a sonreír y luego leyó un comunicado. En su línea de siempre. Le llamaron "héroe", "cántabro" y "sabio" pero él ha aprendido la lección. La confianza se gana con gestos, no con palabras. De momento, anoche durmió en Zúrich y pondrá al frente del club a uno de su cuadrilla para las cuentas y otro para el márketing. Rico no es igual que tonto.