Contra poco aforo, buen reparto

Contra poco aforo, buen reparto

Será en Valencia, escenario de consenso, ciudad equidistante entre los finalistas y con un estadio de aforo insuficiente. Llegada la final de Copa, todos lo son. Incluso el Camp Nou o el Bernabéu, sobre los que no hubiese existido acuerdo entre los contendientes y que resultaban desaconsejables desde la óptica de la seguridad. Este es el partido de año, festivo juegue quien juegue, capaz de movilizar ciudades como no lo harían acontecimientos de más calado. Este partido ni siquiera necesita que acudan Madrid o Barcelona para congregar al país, pero esta vez llegan los dos y eso eleva el duelo a la categoría de acontecimiento universal al alcance, en directo, de sólo 55.000 privilegiados. Costará repartir las entradas y no se descartan encontronazos.

Porque la Federación siempre descuenta demasiadas para quedar bien con amigos y patrocinadores. Y los directivos de los clubes, también. Y las aficiones, que pasan frío en enero y calor en junio, que aguantan subidas de abonos, incomodidades en los accesos, viajes precarios y no se borran en los reveses, se sienten ninguneadas cuando se celebra una fiesta. Esperemos que esta vez no se les vaya la mano. Con ocasión del último derbi vasco, aficionados del Athletic acorralaron e insultaron a directivos al enterarse de que de las 600 entradas que ofreció la Real sólo 160 se pusieron a la venta. Un reacción poco cívica pero reveladora. La hinchada entiende el problema, pero entra en cólera cuando sospecha que el enchufe golea a la fidelidad.