Sin rotaciones se juega mejor

Sin rotaciones se juega mejor

El Madrid se veía fuera de la Copa cuando el Valencia le tenía sometido y se iba al descanso tras dejarle en 27 puntos. Al equipo se le veía inseguro y sin mando después de 13 cambios. ¡Cómo sería el carrusel que hasta Llull tuvo que dirigir el equipo con 13-21! Con él al frente y en un arreón más de casta y desesperación que de talento y estrategia, la diferencia se redujo a un punto. En esto va Tomic, hace la tercera falta y Messina aprovecha para quitarle -ya es costumbre cambiar a los jugadores con tres faltas-; de paso también sustituye a Suárez y Reyes. Velickovic, Mirotic y Fischer salen fríos, y el Valencia se escapa de nuevo por 8 puntos. Pesic se debió de ir al descanso con una sonrisa de oreja a oreja por las rotaciones de Messina.

Media hora más tarde, el equipo, esta vez dirigido por Sergio Rodríguez, era un torbellino. Las rotaciones porque tocaban se acabaron, y los jugadores cogieron seguridad. Sergio cometió la cuarta falta con 59-54 y siguió en la cancha. Todo un acierto, que muestra dos caras en Messina. Cambiar jugadores no ya ante la cuarta falta, sino con la tercera, como había hecho anteriormente con Tomic en plena remontada, supone la eliminación del jugador antes de tiempo. Ya se sabe que es por si se le necesita más tarde, pero el cambio rompe el equipo y, además, ese 'más tarde' a veces no llega. Con sus errores y sus aciertos, el baloncesto es de los jugadores. Y, como se demostró, hace más un jugador con cuatro faltas en el campo que en el banquillo.