Teoría y práctica de la respiración

Teoría y práctica de la respiración

El Barça sabe cómo respirar, pero anoche se le olvidó cómo tenía que hacerlo ante el rugido huracanado de los ingleses del Arsenal. Dejó por un rato el partido, se dedicó a hacer la siesta fuera de tiempo y los artilleros del Arsenal se colaron hasta la cocina, en la que Víctor Valdés, y ya es raro en él, se encontraba distraído con una de dibujos animados, abriendo la puerta como un caballero equivocado. Fue una manera lamentable, verdaderamente lamentable, de desperdiciar un rédito obtenido en la primera parte en el que hubo algunos descollantes protagonistas.

Se fue por la barranquera el esfuerzo de Abidal, un maestro en la defensa; se fue por el mismo río el genio de Xavi, que hizo pases magistrales, y finalmente se salvó, tan solo, el ahora lejano gol de Villa, que es la garantía, no tan exigua, con la que se aborda el futuro del Barça en esta Copa de Europa. No es un resultado catastrófico, ni mucho menos, pero lo que el Barça había invertido en la primera parte, de ilusión y de talento, se quedó en esta agua estancada que es ahora la conclusión de esta primera fase. El hueco fue breve, pero intenso, y la reacción del Arsenal, tan profesional, pone en guardia al equipo más potente del mundo: hay que saber respirar, el Barça se sabe la teoría, pero anoche el soplo del Arsenal fue más paciente y más sabio. El Barça, que es el rey de la paciencia, se pasó en esta ocasión en la segunda parte, y ahora toca sufrir otra vez, respirando como quien sopla sobre una pavesa.