Vergüenza por partida doble

Vergüenza por partida doble

No fue un buen día ayer para dejar de fumar. Así, que seguí fumando. Cartones. Metimos la pata hasta el corvejón con un error de infografía que es culpa de todos. Yo el primero por no revisar la foto y descubrir el fallo antes de dar el visto bueno a la información. La infografía pasó los filtros y nadie se dio (nos dimos) cuenta de que un error humano había tapado a Koikili. Cagada monumental. Para avergonzarse. Pero asumida la vergüenza propia y pidiendo disculpas por tierra, mar y aire, me quedó ayer el sentimiento de la vergüenza ajena. Sumado a la terrible certeza de descubrir que trabajo, por lo visto, en el único medio que se equivoca. Y claro está, en el único que pide disculpas por ello. Porque si no te equivocas, nunca pedirás disculpas.

Me queda la envidia para con esos compañeros que jamás se equivocan y que ayer nos descuartizaron sin importarles que desde la diez de la mañana nos estuviéramos disculpando por el error que cometimos. Grave, lo reitero por si alguien no ha caído aún. Las tertulias y las redes sociales se llenaron de especialistas en Photoshop como se llenan de especialistas en derechos de internet o en comercio exterior de plutonio o en conspiraciones de tres al cuarto que no hacen más que tomarles por tontos. Y los ilusos somos nosotros.