Se puede ganar y se puede perder

Se puede ganar y se puede perder

Detrás de esa presencia humilde de Guardiola, hable español, catalán o inglés, se sitúa un tipo sabio que no da puntadas sin hilo. Volvió de la clínica, todavía convaleciente por sus problemas de espalda, para ponerse al frente de la afición, más que del equipo, y ahora habla, saliendo de nuevo de la clínica, ante la Prensa para dirigirse a la afición cuando la gente cree que le habla a los jugadores. Lo que le importa a Guardiola es la afición, que es más quebradiza que el equipo. Cuando el Barça fue mal, en su época de futbolista, él era quien elevaba la moral del graderío; y ahora hace lo mismo, agita desde el banquillo.

Lo que decía ayer es que se puede perder y se puede ganar, pero no puede uno salir ni vencedor ni vencido antes de jugar el campeonato. Esta parece una lección de las que daba Peter Sellers en Bienvenido míster Chance. Pero los entrenadores están para eso, no para simular grandes gestas antes de disputarlas. Él sabe que son los futbolistas los que van a ganar o perder el partido o la eliminatoria; a él le toca mantener la fibra de la afición, la que hay en el graderío, y la que cualquier futbolista conserva aunque, salvo excepciones, como la propia de Guardiola, esté hoy aquí y mañana enfrente.