Dicen que cuando alguien se aburre, peina al gato. La junta del Barça, llevada por un loable sentido de la responsabilidad para con la salud del público del Camp Nou y de una valentía remarcable, ha iniciado un debate en el barcelonismo que podía haberse ahorrado sólo con esperar un par de años a que el estado, que es quien ha decidido educarnos, prohibiera por decreto fumar en los estadios. Más pronto que tarde, esa prohibición llegará. Y teniendo en cuenta que el Barça históricamente es un club abocado al cainismo y que convive muy a menudo con más polémicas de las que puede asumir, encender el debate sobre fumar o no en el estadio es un acto de arrojo y compromiso.
Si no teníamos bastante debate con lo de cambiar UNICEF por Qatar Foundation (hecho que no va a la asamblea, por cierto), con la demanda contra la junta de Laporta, con la reforma del Camp Nou, con la construcción del nuevo Palau, con la demanda contra la COPE , con la reforma de los Estatutos y la lista de espera de socios, han inaugurado un debate que un Real Decreto hubiera ahorrado en pocos meses. O al gato le han hecho la permanente, o esta junta no teme a nada.