Obradovic ya nos mostró el camino

Obradovic ya nos mostró el camino

El menú de esta Final Four es afrodisiaco. Llama la atención que el rey de la Copa de Europa (los ocho títulos del Madrid todavía no los ha igualado nadie) acuda a la morbosa cita de Barcelona como víctima y principal candidato para volverse a casa a las primeras de cambio. Paradójicamente, eso le puede venir de perlas al equipo del educado y mesurado Lele Molin. A este club le avala una historia que habla por él y el propio Maccabi sabe perfectamente que el Madrid puede volver a sus pesadillas, si esta noche se toma el partido como un entrenamiento para la final del domingo. Este servidor estuvo en Zaragoza (con 16 años menos y 16 kilos menos) contemplando a ese equipo campeón que giraba en torno al gigante Sabonis como si fuese el Vellocino de Oro.

El quinteto de aquel Madrid que conquistó la octava en el Príncipe Felipe lo completaban, junto al lituano, el gran Arlauckas (no olvido su récord de 63 puntos en Bolonia) y tres jugadores de equipo que luchaban como leones: Antúnez, García Coll e Isma Santos. Era llamativo que entre Arvydas y Joe acumulasen el 80% de los puntos y que los otros tres currantes asumiesen su rol para defender y fagocitar a los rivales hasta reducirles a la nada. Obradovic debía ser un Mourinho de la canasta, porque dejó en el banquillo a mis amigos Biriukov, Antonio Martín, Cargol y Lasa casi inéditos. Pero a nadie le molestó porque asumíamos que Zeljko estaba ahí para devolver al Madrid el trono de Europa. Ahora sueño con Llull y compañía levantando la Novena en el Sant Jordi.