Si es por ilusión, se llama Bielsa

Si es por ilusión, se llama Bielsa

De Argentina llega que Marcelo Bielsa no habla desde que dejó la selección de Chile. Que se encerró en su casa y que ha respaldado en la carrera política a su hermana María Eugenia, que estará en la lista de elecciones al gobernador. Bielsa es así. El Loco. Pero algo tiene el Loco. Algo para que los hinchas de Newell's, los históricos leprosos, acampen al lado de su casa y le pidan que vuelva. Algo tiene El Loco cuando un estadio lleva su nombre. Cuando Kily González, criado curiosamente en Rosario Central, enemigo íntimo de Newell's, dice esto: "Me hacía un crack". Y así unos cuantos futbolistas. Bielsa es lo desconocido, porque trabajó en el Espanyol hace más de una década. Pero también es ilusión. Se palpa en el sevillismo. Eso es impagable.

En esta situación, con todo el entorno esperando que Bielsa aparezca con su librillo, su metodología singular, sus sistemas de entrenamiento y sus siestas en la Ciudad Deportiva, cualquier cosa interpretada con normalidad va a ser recibida con decepción: se llame Manzano, Quique o Marcelino. Incluso Caparrós, un entrenador querido de verdad, arquitecto del gran Sevilla, pero que todavía puede tomarse un tiempo para volver. Bielsa sí suena a tiempo nuevo, a revolución. Puede que sea una moneda al aire, sí. Lleva tiempo fuera de Europa. Y el fútbol cambia, los tiempos cambian. Pero hay algo en Bielsa difícilmente explicable que tienta al sevillismo, que le hace querer probar. Es una aventura para echarse hacia adelante.