Un ídolo en tierra de nadie

Un ídolo en tierra de nadie

Sin novedad en el frente. Si el Barça arrasa desplegando taimadamente su condición de "ejército desarmado simbólico de Catalunya", definición del gran Manolo Vázquez Montalbán en aquellos olvidados tiempos pre Unicef, en la capital del Reino esto cada día se parece más a la Navidad de 1914 en las trincheras occidentales de la Primera Guerra Mundial. Con euros en lugar de metralla. Allá en las colinas belgas, dos ejércitos frente a frente sin pegar un tiro, agazapados y exhaustos, esperaban su oportunidad entre el barrizal y la sangre de una larga temporada en combate analizando cada gesto de debilidad del rival Hasta que se hartaron y decidieron salir del agujero a echar un partido de fútbol.

Hoy, la única diferencia es que Sergio Agüero, entre valiente y suicida, ha saltado a tierra de nadie. Él solo, con su balón, ese toque que va del pie de Romario a la fogosidad de Messi y muchas ganas de cambiar de trinchera. Pero aquí no se ha movido ni el alférez provisional. Luce la bandera blanca entre Atlético y Real mientras se negocia en las Capitanías Generales, sin importarles demasiado los abandonos en trincheras: carne de cañón rodeada de otro montón de ejércitos desarmados de Europa a la conquista del Kun.