Hace muy pocos días dábamos como seguro, en esta columna, que el traspaso de Fabio Coentrao tendría un final feliz en el inicio de esta semana. Así ha sido. No por dotes adivinatorios sino porque las tres partes coincidían en evitar que todo terminara en fracaso. El Madrid, con Mourinho a la cabeza, entendía y entiende que Fabio es la mejor alternativa para reforzar el flanco izquierdo y no quería perderlo. El jugador ardía en deseos de vestir de blanco, como bien lo ha demostrado con su actitud decidida y hasta desafiante, propia de alguien dispuesto a todo para lograr su objetivo. Para el Benfica tampoco era moco de pavo conseguir un buen dinero por un futbolista al que era muy difícil retener y, al mismo tiempo, la opción de hacerse con Garay.

Un portugués más para el Madrid, ya son ocho entre técnicos y jugadores pero, en esta familia global en que se ha convertido el fútbol, lo que menos interesa son las nacionalidades, lo importante es que los que vengan atesoren la categoría requerida para poder representar al mejor club del siglo pasado. Coentrao la tiene y, con su juventud, tiene por delante un importante margen de progresión que Mourinho aprovechará. Jorge Jesús tuvo el mérito de haber cambiado a un extremo rápido pero desconocido por uno de los mejores laterales. Queiroz y Paulo Bento creyeron en él dándole la titularidad en la selección. Ahora le toca a Mourinho terminar el trabajo y hacer de Coentrao una figura destacada de este Madrid. Seguro que lo hará.