Cuando la extorsión es negociación

Cuando la extorsión es negociación

Amanece la pretemporada y Pedro León y Drenthe son castigados a entrenarse sin balón, por si desean probar suerte en ultramaratones, a 9.000 kilómetros de sus compañeros. El City también ha dejado fuera de su gira a Adebayor y éste responde con la desobediencia laboral. Webó se niega a jugar un partido con el Mallorca porque no le liberan. Agüero, en Argentina, va de micrófono en micrófono proclamando que no volverá al Atlético, al que califica como su lugar de trabajo, afirmación hiriente y calculada para hacer irreversible la situación. Bielsa deja en Bilbao a ocho futbolistas que no le sirven. El Rayo paga parte de lo que adeuda a toda su plantilla menos a tres con los que no cuenta.

El fútbol ha convertido en moneda de uso común la extorsión como fórmula para quebrar contratos y ablandar voluntades. El que se equivoca en este negocio no está dispuesto a pagar por ello. O al menos no está dispuesto a pagar todo lo que debería. Y vale para clubes y futbolistas. Casos éticamente reprobables como el de los malditos de Valdebebas son vistos con normalidad. El fútbol lo entiende como parte de una negociación y no como una tortura inadmisible, hasta el punto de que la mayoría de estos conflictos no acaban ante un juez. Habrá que acostumbrarse a un fútbol sin corazón ni modales. Aunque cuesta.