Gil Marín y Cerezo cumplieron

Gil Marín y Cerezo cumplieron

Cerezo ya no podrá decir que los jugadores juegan donde quieren jugar. Él ha hecho todo lo posible para que Agüero no vaya a hacerlo donde quería: el Madrid. El presidente y el consejero delegado del club, Miguel Ángel Gil, abordaron el caso como una cuestión personal. Gil Marín más incluso. Dijo por activa y por pasiva que Kun no vestiría de blanco. Pocos le creyeron. Se jugó su credibilidad. Hasta devolver el dinero de los abonos con unos aficionados que le recriminaban que se fuera al eterno rival. Se lo jugó todo. Y al final ha salido ganador. Dijo que se fiaba de la palabra dada por Florentino y el dirigente madridista respetó ese pacto. Al final, el más irrespetuoso de todos con el Atlético fue el propio jugador. Del lado madridista hubo silencio. Del jugador, palabras... de ingratitud. Kun se marcha, pero no al Madrid. Esa jugada hubiera hecho mucho daño a los aficionados rojiblancos. En este caso Cerezo y Gil Marín entendieron que el Atlético y su masa social estaban por encima de todo.

La marcha de Agüero deja también claro que la cláusula de 45 millones no era poca cosa. Muy pocos clubes pueden pagar hoy ese dinero. El Atlético, cuando renovó al jugador, se vio en la obligación de rebajarle la cláusula. Pero no era una cantidad irrisoria, como pensaban muchos. Al final a sus agentes les fallaron las cuentas: pensaban que media Europa se pegaría por él, pensaban que el Madrid era capaz de volverse loco por su fichaje. Al final Agüero se marcha al City sin estar convencido, se marcha porque no supo hacer las cosas bien. Primero la oferta, el dinero, una despedida acorde... Y no al revés. Se marcha Agüero a la fría y lluviosa Manchester. Algún día echará de menos el calor de una gente que le quiso como a ninguno.