Sandro Rosell necesita una muesca en su revólver

Sandro Rosell necesita una muesca en su revólver

Sandro Rosell es un presidente educado, de modales intachables, simpático, dialogante y poco dado a incendiar el bajo bosque del fútbol. Pero tiene una debilidad. Le gusta el fútbol. Mucho. Lo ha jugado, en su época de extremo en el Sants era conocido como la flecha blanquiverde, y ha hecho de él un (magnífico) modo de ganarse la vida. Su vinculación a la empresa Nike, le valió a la multinacional americana para hacerse un sitio en el mercado del fútbol y fichar a los primeras espadas del balonpié. Luego, vivió el Mundial de Corea con Brasil como uno más y cuando dio el salto al equipo de su vida, pudo ponerse la medalla de haber fichado a Ronaldinho gracias a sus currículum y contactos. Pero resulta que ahora que es presidente, se ha encontrado con un equipo tan perfecto que no necesita gestas y como buen empresario, Rosell vive para los desafíos. Necesita dejar su firma en una negociación que le haga ser recordado, algo que le haga pasar a la posteridad.

En buena lógica, el inminente fichaje de Cesc podría ser tomado como su gran aportación al club en el campo que más le gusta, que es el deportivo. Pero esta operación viene demasiado lastrada por las gestiones anteriores de Laporta, al que le faltó una semana para ficharle, y por la insistencia de Guardiola. No nos engañemos, que de depender exclusivamente de Rosell, el de Arenys seguiría en Londres. Así pues, que en su segundo año como presidente, a Rosell le sigue faltando una muesca en su revólver. Una operación mediática, gigante y brasileña que sea solo suya. Y Neymar está en el horizonte.