El Barça y un gol de seda

El Barça y un gol de seda

Algunas jugadas de Andrés Iniesta, los desmarques de Leo Messi, destellos del capitán Xavi y la presencia en el campo, con sus variaciones tácticas ejecutadas en segundos, de Cesc Fábregas, me hicieron pensar viendo este partido en una especial relación del juego del Barça con el tacto de la seda. Este equipo juega como si no quisiera romper el equilibrio armónico de su escuela, y sacrifica lo que sea para que no sean groseras ninguna de sus respuestas a las dificultades que propone el contrario. Un tejido perfecto. Y el Oporto fue un rival difícil, dispuesto a sacar a Valdés de sus casillas. Y saliendo de sus casillas, precisamente, el portero azulgrana hizo una parada sensacional que, en los términos de este partido, resultó decisiva.

En esta especie de glorificación del juego en equipo que ahora es primacía azulgrana en Europa, marcan papeles imprescindibles dos futbolistas que anoche se tomaron muy en serio el carácter ejemplar de su juego: Iniesta y Messi. Ellos son los que ponen al Barcelona en esa ruta de la seda del fútbol, que nació en Johan Cruyff y cristaliza ahora de manera espectacular en el Barça de Pep Guardiola. Hubo un detalle de Iniesta que es conmovedor en un profesional, cuando perdió una pelota en el medio campo y fue a recuperarla veinte metros más allá, hasta recuperarla. Esa expresión de la entrega también es una muestra de pertenencia, de sentimiento de equipo. Y el gol de Cesc Fábregas fue la expresión de ese juego de conjunto; pareció, además, un gol de seda.