Tendrá que cumplir la promesa...

Tendrá que cumplir la promesa...

Domenicali lanza su órdago: "Será la última temporada decepcionante de Ferrari". Y lo remacha: "Estamos creando un equipo imbatible". Habrá que creerle, darle un nuevo voto de confianza y esperar que en 2012 las cosas sean muy diferentes. Bajo su responsabilidad queda cumplir esa promesa... o admitir ya que no está cualificado para semejante desafío, que tampoco sería ninguna deshonra. Desde 2007, cuando Raikkonen heredó el título que en McLaren echaron por la borda, la Scuderia no ha levantado cabeza. Es decir, desde que Todt y Brawn salieron de Maranello, además de Schumacher, allí las cosas no han vuelto a ser lo mismo y cuatro años sin un campeón vestido de rojo son demasiados para lo que se espera de una leyenda.

Sobre todo, porque queda la sensación de que se pierde porque el trabajo no se remata con la excelencia que cabe esperar de uno de los más grandes equipos de la historia de la Fórmula 1. Se puede ganar o perder, porque en la competición nunca se tienen garantías plenas de éxito, pero hay que hacerlo con la dignidad propia de cada circunstancia. Es decir, Ferrari debe pelear desde la primera carrera a la última por el triunfo, por los podios, por los títulos... porque es evidente que sólo así puede conseguirlos. Lo que es inadmisible es empezar cada temporada con carencias, fallar en el diseño del coche o equivocarse en las estrategias. Así, seguro, es como no se alcanzan los objetivos. Domenicali hace propósito de enmienda... pues tiempo al tiempo.