Para que se acaben las bromas

Para que se acaben las bromas

Manu Carreño dijo anoche en Carrusel, cuando el Barça marcó el quinto: "Qué rápido se acaba el debate". Así es. El debate duró un suspiro, quizá porque nunca debió haberse iniciado. Y vino bien que el Barça jugara como lo hizo ante Osasuna para que el fútbol español, tan dado a deducciones apresuradas a partir de datos exiguos, se diera un baño de realidad. El Barça jugó muy bien ante el Milán, y fue fulgurante ante la Real Sociedad. Luego se produjeron, ante el equipo italiano y ante el conjunto donostiarra, ciertos accidentes (como los llama Maldini) que condujeron al sector pesimista del barcelonismo y al sector optimista del madridismo (entre otros sectores igualmente interesados en que el Barça tropiece) a pensar que por fin se había iniciado el fin del mundo.

El equipo se sintió enfadado, con razón, y Pep Guardiola dio rienda suelta a su sarcasmo, que ya ensayó ante el Madrid en la última Copa de Europa. Ese Barça "que no va a ganar nada", como dijo Pep, se situó ante la pizarra infalible del campo con una velocidad y una inteligencia que dejó boquiabiertos a unos y a otros. Como dijo Mendilibar, "si aprietas, te hacen ocho y si les esperas, también". El debate duro poco y el Barça mostró otra vez su fútbol, para que se acaben las bromas.