En Turquía pueden presumir...

En Turquía pueden presumir...

Llega otra final del Eurobasket con España en la pole position de la lista de invitados. Cuesta acostumbrarse a comer caviar después de tantos años donde ya era de por sí un suceso jugarse el título en el Gran Día. Reconozco que me hubiera apetecido tener enfrente hoy a los rusos, para vengar así aquella tarde plomiza y deprimente del Palacio de Goya en la final de 2007. Pero esta España ha crecido en todos los sentidos. En mentalidad, en aptitud y en madurez en la cancha. La bendita rutina de ver a los nuestros cantando el We are the Champions no debe tener más interruptus. Hay que llegar a Londres 2012 con el convencimiento de que el oro olímpico es, por fin, posible. Los americanos están muy cerquita, a un palmeo, a un simple triple...

Hace trece días hubo algún desanimado ingenuo por la derrota sufrida ante Turquía (57-65). A mí ni me alteró. Al revés. Me recordó a lo ocurrido con La Roja de Del Bosque en el debut mundialista en Sudáfrica. Perder con Suiza no hizo sino enardecer el espíritu solidario de un grupo irrepetible que nos hizo tocar el cielo ante los holandeses en el Soccer Stadium. Esos tropiezos en mitad de la competición te endurecen, te hacen inmune al dolor, te hacen disfrutar mejor del sabor de la victoria. Los turcos, como los suizos, podrán presumir tomando un café en el Gran Bazar: "Yo gané a esos genios españoles". Los Gasol Brothers, las bombas de Navarro, las pillerías de Llull... Y un líder, Felipe Reyes, que hoy dedicará el oro a su padre. ¡VIVA ESPAÑA!