A vueltas con el sofá y la lámpara

Pedí una lámpara y me trajeron un sofá". La frase, que trajo su cola, la pronunció Rafa Benítez cuando en agosto de 2003 solicitó un delantero centro y García Pitarch, entonces secretario técnico del Valencia, apareció con el mediapunta uruguayo Canobbio. Ocho años después la sentencia le viene al pelo a este Zaragoza al que Agapito ha convertido en una caja de sorpresas permanente y donde todo disparate deportivo es posible. Aguirre tiene ya cinco mediocentros (Meira, Ponzio, Zuculini , Pintér y Micael) y ahora aparece Antonio Tomás, cuando el lateral derecho sigue cojo -ojo, porque el fichaje frustrado del portugués Miguel Lopes lleva camino de acabar en los tribunales-, y Hélder Postiga se ha quedado como único delantero centro puro de la plantilla, salvo que el Vasco decida jugársela con Ortí, la perla de la cantera aragonesa, cosa que no parece probable.

Pero al final el gran damnificado, como se veía venir, será Kevin Lacruz. Aguirre anunció en julio que éste iba a ser su año -también el de Pintér-, pero el aragonés va a completar todo el curso en el filial y, con tanta competencia de nombres por delante, parece muy difícil que pueda tener una oportunidad mínimamente sostenida en el primer equipo. Esa apuesta por la cantera que tanto pregonó Agapito va a resultar otra vez fallida, aunque el Real Zaragoza se encuentre en pleno concurso de acreedores y sin otro referente aragonés en el vestuario que el de Lafita. Pero hace días que Agapito ejerce de presidente y de director deportivo. A principios de mes arregló con Eugenio Botas, representante también de Marcelino, el fichaje de Antonio Tomás por su cuenta y riesgo, y ayer decidió consumarlo. Y es que lo que de verdad le entusiasma al soriano es agitar el mercado. Cuanto más, mejor. Aunque contravenga toda lógica futbolística.