Primus inter impares

Primus inter impares

El Madrid está tratando de arreglar un malentendido con otro. Quieren resarcir a Del Bosque de un mal sabor de boca y le han preparado una taza de ricino porque no han pensado bien lo que están haciendo. El ascenso en popularidad del entrenador es tan apetitoso que a esa cucaña se quiere subir todo el mundo, incluso el club de sus amores, que no ha tenido paciencia suficiente como para meditar cómo se rinde homenaje a un maestro. No cabe acusar al Madrid (ni a Butragueño, que es por quien pasa la burocracia de estos honores) de mala voluntad, pues estas cosas (juntarse a los honores) siempre pasan.

Es muy difícil que un club quiera rescatar la buena memoria de alguien cuando éste está en desgracia, pero a todo el mundo le apetece tocar el manto a los santos de los milagros. Y lo que Del Bosque ha hecho con la Selección española es un esforzado milagro que todos hemos celebrado, incluida la Casa Real, que lo hizo marqués. El Real Madrid no ha deglutido bien todavía ese éxito y lo trocea para digerirlo mejor; cree que poniéndolo al lado de dos madridistas de salón van a diluir el efecto Del Bosque en ese simbólico regreso al Bernabéu. Que dejen enfriar el gesto hasta que hallen manera de rendirle al exmadridista el agasajo que merece. Él es primus inter pares. Pero ni Plácido ni Rafa Nadal son sus pares. Y él no se merece ser primus inter impares.