Con un cuarto de Liga disputado la nota del Depor es, siendo generosos, aprobado raspado. Y lo es sólo porque está a tres puntos del ascenso, el único objetivo marcado. Pero esto no puede ser la rama que tape el bosque, porque el Depor aún no sabe a qué juega, y si lo sabe, lo hace francamente mal. La afición y las individualidades de los Valerón, Riki, Guardado, Aranzubía o Salomão son el colchón a la debilidad defensiva, la casi nula aportación del pivote, la distancia entre líneas y la ausencia de un juego colectivo real.

Sin olvidarse de los jugadores, culpables de la actitud y la forma de salir a muchos partidos, la responsabilidad final es de Oltra. El técnico rompió tras el fiasco de Cartagena su hasta entonces discurso complaciente, del que por cierto se contagian muchos futbolistas. Fue un paso al frente, con cosas que le chirriaban, aunque los cambios en nombres y juego brillaron por su ausencia ante el débil Girona. Sin embargo es un paso, y además Oltra tiene el aval de su trayectoria en el Tenerife, que tras un inicio peor dio con la tecla para brillar y ascender a Primera. Tengo mucha fe en su trabajo, pero por favor míster, tóquela ya.