Me costaba creer que Raikkonen regresara a la F-1 y mira por dónde ya le tenemos aquí de nuevo. Era evidente que su etapa en los rallys había entrado en un punto muerto, que el experimento había sido fallido y, además, que Kimi quizá comenzara a resentirse de invertir su patrimonio en darse el gustazo de correr el Mundial de los tramos, porque las facturas no deben ser precisamente baratas Pero de ahí a regresar a los grandes premios veía una brecha significativa que no estaba seguro de que el finlandés fuera a ser capaz de recorrer, sobre todo en un proyecto tan titubeante como el de la actual escudería Williams, como inicialmente se especuló. Pero resulta que sí, que Iceman no quería quedarse en casa y el acuerdo con Lotus Renault es ya una realidad.

Confirmado el fichaje, ahora queda saber cuál será el rendimiento y la ambición de Kimi. Pero antes incluso de valorarlo, me parece que su regreso es una estupenda noticia. Es un piloto especial, particular y único, aporta una frescura e irreverencia a la parrilla que pienso que todos agradeceremos, sin olvidar que en la pista es puro espectáculo, uno de mis preferidos sin duda alguna. Por todo ello me gustaría que su nueva escudería sea capaz de proporcionarle un coche mínimamente competitivo, que nos evite el disgusto de verle renqueando por los circuitos del calendario. Y si realmente es así, atención que no le dé un susto a más de uno. El que debe estar frotándose las manos es Bernie Ecclestone, nunca antes tantas estrellas brillaron en ese firmamento de la Fórmula 1