La brecha que ahora se abre entre las escuderías que hasta ayer componían la FOTA puede tener consecuencias impredecibles. Salen de la Asociación de Equipos dos de los grandes y eso significa que el propio sentido del organismo queda herido de muerte. La disparidad de criterio en cuanto al límite del gasto ha sido el detonante de la ruptura y a partir de aquí, si cada escudería decide tomar su propio camino, podemos encontrarnos en puertas de una Fórmula 1 muy diferente a la que ahora conocemos.

Es comprensible que Ferrari se sienta perjudicada por haber asumido un tope de gasto que considera que otros no han cumplido, al igual que Red Bull tiene derecho a defenderse de quienes les acusan de inflingir dicho acuerdo. Pero más allá de quién esté en posesión de la razón, lo trascendental de esta deserción de ambos es que la FOTA queda muy debilitada y la consecuencia última de su fragilidad es que cada equipo termine tirando por la calle de en medio. Y en los tiempos que corren, que cada cual haga la guerra por su cuenta puede ser muy peligroso...