Red Bull empaña su grandeza

Red Bull empaña su grandeza

Lo peor de todo este feo asunto no es que Red Bull haya acertado o no con su decisión de prescindir de Alguersuari y Buemi. Para mí, tan grave como su error (algo que, desde luego, podría ser discutible) es la forma en la que han perpetrado su atentado contra la razón. No han hecho una elección, les han tomado el pelo a sus pilotos, ha sido indecente e inmoral su actuación, dejándoles a los pies de los caballos a sólo quince días de que acabe el año y ya sin apenas volantes disponible para intentar enderezar sus proyectos. Todos hemos admirado esta especie de quimera de la bebida energética, capaz de doblegar a los más grandes, de vencer al poder establecido; sin embargo, la golfada de Alguersuari empaña parte de su grandeza, de esa leyenda de indomables.

No tienen razones objetivas para deshacerse del español. En primer lugar, haciéndolo admiten su propio fracaso, reconocen haber apostado por quien ahora consideran que no lo merecía. Pero además, ni Ricciardo ni Vergne muestran argumentos para arrebatarles ese volante, ni siquiera el de la edad. Insinuar que Alguersuari, a los 21 años, ha llegado al tope de su progresión es un disparate de magnitud inconmensurable. ¿Qué harán en Red Bull en 2013, cuando Webber se marche? ¿Subirán a un coche ganador a un piloto con un año de experiencia? ¿Será alguno de ellos entonces mejor que los que ahora tenían? Yo diría que no, básicamente porque hasta hoy tampoco han exhibido un talento descomunal. Pues eso: una cafrada mayúscula... y a traición.