Montezemolo me parece un personaje con carisma, un tipo inteligente y elegante que encaja a la perfección en esa responsabilidad de presidir una leyenda como Ferrari. Es una figura omnipresente en la realidad de la marca y la escudería, de ésas que mandan pero sin dar la impresión de hacerlo. Pero es muy posible que esté llegando el momento de que tan refinado caballero se ponga el trate de faena y tome decisiones firmes sobre su equipo de carreras. Está sobre el tapete el prestigio de un mito de la industria y el deporte, seguro que en los planes de Luca no entra ser el responsable de una etapa oscura de Ferrari, una nueva gran crisis después de aquélla que les tuvo durante dos décadas lejos de la gloria hasta que emergió Schumacher.

Porque se acaba el tiempo, ya no cuelan los tópicos ni las presunciones. Sabemos que Ferrari es Ferrari, que la tradición les avala, que se esmeran buscando la excelencia, que tienen los mimbres para ser los mejores... pero 2012 debe suponer una temporada de inflexión. Nadie le pide garantías de triunfo a la Scuderia, en el deporte no existen, pero sí competir con la dignidad y la cualificación que se les supone. Y si el desafío se muestra inalcanzable, habrá que tomar medidas. Montezemolo deberá decidir quién sobra y quién no, exigir responsabilidades y ser duro. Llegará el momento de aparcar las palabras y las intenciones para pasar a la acción. Y si todos tenemos en la cabeza algunos nombres que pueden penalizar el proyecto, el presidente también...