El portugués ha elegido esta vez enemigos invencibles

El portugués ha elegido esta vez enemigos invencibles

Entre monosílabos, evasivas y malas caras despachó Mourinho su conferencia de prensa previa al Clásico. Sus palabras fueron por un lado y sus gestos por otro. Todo sonó a poco sincero, a respuestas desganadas arrancadas a punta de pistola. No fue el acto de conciliación que esperaba el club, en labores de bombero horas más tarde publicando en su página web una entrevista pacificadora con Iker Casillas y Sergio Ramos, algo más que dos capitanes en medio de la tormenta perfecta.

Cuando Mou se siente herido procura que se le note, porque es hombre de pulsos y no de pactos. Hace un año obligó al club a elegir: evasión (la suya) o victoria. Fue victoria, sobre Valdano. Entonces había un enemigo tangible y, en cierto modo, prescindible. Ahora no, porque los jugadores a los que se ha enfrentado son intocables, la afición que le silba no es reemplazable por otra más dócil y tampoco la Prensa admite doma. Y la cuestión no es personal: la gente sospechó que tiró la eliminatoria poniendo a Altintop y Carvalho (a los que no hubiera alineado en un Clásico de Champions o Liga) y que fue un acto de cobardía extrema el trivote Lass-Xabi-Pepe. El ejército de descreídos nació de lo que hizo y no de lo que dice.