El mensaje oficialista es cauto y sensato: "Hemos de ir partido a partido y no mirar más allá para evitar chascos imprevistos". Que lo digan Mourinho y los jugadores es lógico. Prudencia estratégica. Pero yo me pongo del lado de esos madridistas que llevan tres años tragando carros y carretas, hartos de que les cuenten las grandezas del tiqui-taca y de sentir cierto menosprecio hacia su amado Real Madrid. Así que seamos sinceros. La tropa merengue ya se imagina un pasillo del Barça en el Camp Nou, en ese Clásico del 21 de abril que puede dejar una foto tan maravillosa como la que preside esta página...

Pero voy más lejos. Me parece más excitante todavía llegar ese día al Camp Nou con 11 puntos de ventaja. Sólo uno más que ahora. Imaginen que esa noche vivimos un partidazo y los blancos ganan 2-3, con un golazo de Cristiano (folha seca incluida) en el minuto 89. Ese triunfo le permitiría cantar el alirón liguero matemáticamente. Piqué, Alves, Messi o Cesc tendrían que felicitar a los nuevos campeones sobre el césped. Guardiola debería dirigirse a Mourinho para darle la mano por consumar un campeonato para la posteridad. Y me pregunto, ¿de nuevo alguien se atrevería a dar al botón para que salten los aspersores? Qué morbo...