Esta noche veremos un Bernabéu a reventar. Como si fuese un día de Champions. Aunque sólo sea un partido más de Liga y ante un rival teóricamente asequible, la afición ha entendido que es el momento de estar al lado del equipo y de arroparle en un campeonato que puede pasar a la posteridad. Además, sueño con ese minuto 7 en el que cada fin de semana el Fondo Sur corea el nombre del ídolo de mi juventud (Don Juan Gómez, Juanito). Imagino que justo en ese instante en el que toda la grada entone el nombre del genio de Fuengirola, Cristiano Ronaldo se saque de la chistera otro tomahawk y ponga el estadio en pie. Si marca el portugués habrá alcanzado esa cifra mágica que en su día nos dejó el 7 más madridista que recuerden mis ojos.

Será simbólico y bonito que Cristiano recoja el testigo y que sea la semilla para que el crack también empiece a ganarse el corazón del madridismo para los restos. Y en ese ambiente que puede estar lleno de emotividad, anuncio que habrá también hueco para las reivindicaciones. He hablado con muchos socios y peñistas esta semana y hoy van a levantar su voz. Verán cómo en varias fases del partido todo el Bernabéu será un clamor con esta frase: "¡La final de Copa no se juega aquí!". La afición merengue está harta de que el Barça haya querido utilizar un doble lenguaje para dar a entender que el Madrid será insolidario y poco señor si no cede su estadio para ese partido. Las ironías del señor Freixa son inaceptables. La afición es sagrada y soberana. ¡La final no se juega aquí!